1. Tu hijo empieza a tropezar o a caminar de forma diferente a como lo hacía antes. Éste es el primer signo que debe alertarte, ya que no debería caerse o adoptar una marcha inusual si sus zapatos son adecuados.
2. Si tu hijo ya no quiere ponerse sus zapatos y se niega sistemáticamente a ponérselos, esta reacción no es algo que debamos pasar por alto, especialmente si es algo que suce de manera constante.
3. Notas un desgaste excesivo en el dedo gordo. Si el zapato es demasiado pequeño, puede aparecer un desgaste marcado (o incluso un agujero) en la parte delantera del zapato en el lateral, justo delante del dedo gordo del pie. Esto ocurre cuando ya no hay suficiente margen en el zapato y el dedo del pie presiona contra el borde.